La organización coherente de los sonidos y los silencios
(según una forma de percepción) nos da los parámetros fundamentales de la
música, que son la melodía, la armonía y el ritmo. La manera en la que se
definen y aplican estos principios, varían de una cultura a otra (también hay
variaciones temporales).
La melodía es un conjunto de sonidos —concebidos dentro de
un ámbito sonoro particular— que suenan sucesivamente uno después de otro
(concepción horizontal), y que se percibe con identidad y sentido propio.
También los silencios forman parte de la estructura de la melodía, poniendo
pausas al "discurso melódico". El resultado es como una frase bien
construida semántica y gramaticalmente. Es discutible —en este sentido— si una
secuencia dodecafónica podría ser considerada una melodía o no. Cuando hay dos
o más melodías simultáneas se denomina contrapunto.
La armonía, bajo una concepción vertical de la sonoridad, y cuya
unidad básica es el acorde o tríada, regula la concordancia
entre sonidos que suenan simultáneamente y su enlace con sonidos vecinos.
La métrica, se refiere a la
pauta de repetición a intervalos regulares, y en ciertas ocasiones irregulares,
de sonidos fuertes o débiles y silencios en una composición.
El ritmo, es el resultado final de los elementos
anteriores, a veces con variaciones muy notorias, pero en una muy general
apreciación se trata de la capacidad de generar contraste en la música, esto es
provocado por las diferentes dinámicas, timbres, texturas y sonidos. En la
práctica se refiere a la acentuación del
sonido y la distancia temporal que hay entre el comienzo y el fin del mismo o,
dicho de otra manera, su duración.
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